EL ESTADO DE TOOLE
La señora Toole
no era muy dada a salir de su casa. Era una de esas ancianas que no soportan la
luz del día, que les recuerda a la vida. Una de esas señoras que no soporta el
diálogo de personas que han vivido, al igual que ella. Era una señora
encerrada. Apenas salía de su casa. Ochenta años saliendo de su casa. Es una
actividad aburrida. Solo salía para ir a comprar lo necesario, como la comida.
Gustaba de quedarse sentada en un sillón verde, un poco raído, espacioso,
cómodo. No hacía nada más. Ni siquiera contemplaba la habitación, ni le
agradaba recordar tiempos pasados en los cuadros o muebles. Es más, lo
detestaba. Fijaba su mirada en un punto de la habitación, fuera el que fuera, y
se apoyaba en él. Es decir, no lo contemplaba. Solo era un sostén para sus
ojos. Un instrumento para mantenerlos ocupados mientras pensaba. Apretaba los
labios y levantaba la cabeza. No hacía más. Si una persona hubiese entrado en
esos momentos, no hubiese sabido si estaba viva o muerta. Su expresión estaba
muerta, pero su presencia autoritaria demostraba vida. Un muerto no demuestra
autoridad, solo pena o alegría. La señora Toole imponía su autoridad sobre el
silencio de la sala, silenciándolo aún más. No quería escuchar. No quería
sentir. Era un ser inerte pero no ciego. Podría pensarse que la señora Toole
deseaba la muerte. Pero es todo lo contrario. Toole se aferraba a la vida al
igual que a su sillón. No quería vivir ni morir. Siempre buscamos una solución:
vivir o morir. Algunos prefieren permanecer en vida y sufrir. Otros son más
curiosos y gustan de tumbarse y contemplar mediante una visión desconocida. La
señora Toole estaba cansada de obligarse a elegir, entre dos cosas que no la
complacían. Toole permanecía en su sillón sin querer vivir ni morir. Desde
principios de la Historia se han hecho elecciones entre vida y muerte. Al
principio del juego, gana la vida. En mitad del juego, no hay un ganador
habitual. Al final del juego, gana la muerte. Es un juego complicado y todos
deben jugar. La señora Toole rompió las normas y siguió su propio camino. Toole
era un ser diferente. No vivía ni moría. ¿Cómo consideramos el intermedio de
una obra de teatro o de una ópera? No permaneces en la obra, pero no estás fuera
de ella. Eso sí, se define con la palabra entreacto. El estado de Toole aún no
se ha definido. Es la llegada de un artista que revolucionaría el mundo y que
jamás se llega a conocer. Grandes escritores, mayores que Shakespeare o
Cervantes, que no tuvieron ocasión de vivir ni de mostrar al mundo sus
escritos. Solo son sombras en la Historia, que por más que se intente, no se
van a iluminar. El estado de Toole, que es como lo defino yo, es ese artista
del que he hablado antes. Pero, solo yo lo conozco. Nadie más. La señora Toole
ya ha muerto y con ella su logro, su trabajo, su estado. Ha desaparecido. Nadie
lo tuvo aparte de ella. Nadie sentirá lo que ella tuvo. Conozco ese misterio,
pero nunca lo entenderé. Porque tarde o temprano, también moriré.